martes, 25 de mayo de 2010

Hacia la Patria del siglo 21 (Declaración del Partido Comunista de la Argentina)

“La Revolución es un sueño eterno”, Juan José Castelli.

Bicentenario. Ocasión para proyectar la Patria del siglo 21. A comienzos del siglo 19 Sudamérica crujía de contradicciones. El mandato colonial lo trababa todo, impedía, paralizaba, truncaba, entorpecía, retrasaba, obstruía.

Las cadenas de la dominación se hacían insoportables y no había lugar para progreso alguno. Pueblos originarios y personas arrancadas del Africa, esclavizados e hijos de europeos con necesidad de Patria, iniciaban la construcción, al sur del sur, de este mestizaje llamado a ser la República Argentina.

Por aquí, en la periferia más lejana del imperio, ni los virreyes ni las tropas contenían ya las esperanzas de lo que se comenzaba a constituir como pueblo.

La situación reflejaba, a su vez, un movimiento continental.

"Unámonos, paisano mío, para batir a los maturrangos que nos amenazan: divididos seremos esclavos: unidos estoy seguro que los batiremos…"
JOSE DE SAN MARTIN


Por allá, en la castellana madriguera del imperio, la corona otrora omnipotente que había llegado tres siglos atrás, espada en mano, para expoliar violentamente a estas tierras y a su gente, caía vencida por otros ejércitos y ello tornaba vulnerables a sus autoritarios representantes de ultramar.

Había pueblo, había patriotas. Había ideas y había con qué erguir un gobierno propio. Fue una Revolución. Mariano Moreno la proyectó políticamente libre y soberana, económicamente productiva, socialmente justa y profundamente democrática en su Plan de Operaciones.

Pero ese rumbo fue interceptado. Algunos mantenían el temor reverencial a la monarquía y el feudalismo y lo hacían jugar a favor de unos intereses de casta. Otros ya se asociaban a potencias de coloniaje más moderno y devenían en ricos comerciantes. Y así se fue delineando nuestra historia que desde el primer día de Patria tuvo en su matriz el conflicto que encontró siempre a las fuerzas de la independencia, el progreso, la justicia social y la democracia enfrentadas a las de la dependencia, el retraso y la exclusión social y política.

Hegemónicamente, los apropiadores de la tierra y de los bienes se fueron asociando al capital extranjero y gestaron el bloque social que aún hoy nos domina. Esos que no admiten siquiera un leve recorte de sus ganancias extraordinarias por exportar el cereal, ni que otras voces accedan al derecho de informar y ser informados, ni que se otorgue una asignación a la niñez desprotegida, ni que se regule a los pulpos bancarios, son el producto de aquellos que en función de sus intereses de clase torcieron en su momento el rumbo liberador de Mayo y rindieron pleitesía a quienes dominaban los mares, luego las manufacturas y, finalmente, las finanzas planetarias.

Esa batalla sigue en pie. No ha terminado. Somos muchos los que estamos dispuestos a luchar por todos los derechos sociales, contra todas las discriminaciones, por todas las libertades, contra todas las dominaciones, lo que se visualiza mejor desde una mirada continental. Si San Martín llegó armado hasta Guayaquil y allí abrazó al Bolívar combatiente que venía de más al Norte. Si Martí siguió la lucha hasta lograr en Cuba la penúltima independencia. Si Sandino y el Che entregaron todo contra los nuevos vasallajes, hoy América Latina se nutre de Fidel, el gran maestro, de Chávez, de Daniel, de Correa, de ese Evo que representa a los habitantes primeros de estas tierras de las que nunca se sintieron dueños, sino parte, y que hoy nos muestran que la defensa de la naturaleza y de la vida no se condice con el dominio del capital, sino con el proyecto socialista que cada pueblo sepa construir. Ahora, en el siglo 21.
Argentina cumple doscientos años. Desde ahora hasta julio de 2016 celebraremos el Bicentenario. Y seguiremos haciendo marchas, huelgas, paros, actos, piquetes, discursos, escraches, volantes, libros, recitales, poemas y manifiestos que son las formas de evitar que la Patria muera.

Y para que la Patria viva, para honrar la vida, miremos adelante, porque ya empieza el tercer siglo de nuestra existencia como Nación.

De esa nación argentina que nos demanda elaborar entre todos, ya con los Videla y Martínez de Hoz entre rejas, el proyecto nacional cuyos contornos y perfiles aún faltan definir.


Tenemos que regresar pronto al cincuenta por ciento de la renta para los trabajadores como se logró en un momento propicio de nuestra historia en ciertas condiciones mundiales. Será importante. Un gran cambio.

Pero cuando la tierra sea de quien la trabaja, cuando la riqueza producto del trabajo se la apropie el trabajador, cuando los recursos naturales del país estén en nuestras manos y florezcan escuelas llenas de pibes y libros y computadoras, y haya hospitales y viviendas dignas, podremos hablar de la realización de un proyecto nacional que hoy tenemos que elaborar, conscientes de que demanda como presupuesto contar con una fuerza popular organizada que también debemos empinar.

"Si fuéramos capaces de unirnos, que hermoso sería el futuro, y que cercano..."
ERNESTO CHE GUEVARA


¿Imposible? Los comunistas somos de aquellos que piensan como Juan José Castelli, el gran intelectual y orador de la Revolución de Mayo. Aquel que como representante de la Primera Junta luchó en el Altiplano quechua y aymara contra los ejércitos maturrangos y solía decir que “la revolución es un sueño eterno”. No renegamos de esa utopía. Estamos enrolados en esa Revolución que impregna hoy a toda América Latina y el Caribe.

Celebramos el Bicentenario en un momento propicio. Se produjeron cambios positivos y hay un clima favorable a la idea de profundizarlos. Hay más conciencia de nuestros enemigos internos y externos: el sector concentrado agroexportador, los monopolios mediáticos, el gran capital financiero, las corporaciones trasnacionales, las derechas políticas, las rémoras judiciales de la dictadura, el lastre de los años neoliberales, el imperialismo que ahora militariza nuestra región.

Estados Unidos asiste al derrumbe de su sistema financiero y al surgimiento de otro aun más voraz y concentrado. Europa cae hundida por el peso de la crisis griega y los trabajadores de España y otros países ya sienten el horrible dogal del ajuste en sus pescuezos. El hambre y el desempleo son la perspectiva cercana de millones de hombres y mujeres en el Primer Mundo, que ya salen a la calle, como en Atenas, Atenas de hoy, a resistir al fondomonetarismo con formas de sublevación.

Si la caída del reino de España favoreció aquel 1810 revolucionario en el virreinato del Río de la Plata, la actual crisis yanqui-europea, que es la crisis global del capitalismo en sus centros principales, ¿podrá favorecer los cambios en nuestra región y en nuestro país?

Afirmamos que hay pueblo y que hay ideas. Y que podremos darle formas avanzadas al proyecto de liberación nacional y social y construir la organización necesaria para hacerlo realidad, a condición de romper con los paradigmas de la dependencia y la ideología de la resignación.

Y a condición de retomar la utopía de nuestros maestros fundadores de la Patria para hacerla realidad.

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